Una vez que hemos elegido un buen aprendiz para enseñarle a hablar, necesitamos un método para llevarlo a cabo. Te explicamos paso a paso cómo hacerlo:
- Acostumbrarlo al bullicio de nuestro hogar.
- Subirse en nuestro dedo o mano.
- Salir de la jaula.
- Las primeras palabras.
ACOSTUMBRARLO AL BULLICIO DE NUESTRO HOGAR.
Para ello instalamos a nuestro periquito en una jaula de pequeñas dimensiones en el lugar más bulliciosos de la casa. El objetivo es que pierda el miedo a la presencia de la gente hablando y en movimiento. Si además hay una televisión cerca, mejor. Después de unos días se habrá aclimatado a las nuevas circunstancias y hasta le habrá cogido el gusto al "alboroto casero".
SUBIRSE EN NUESTRO DEDO O MANO.
Un buen ejercicio para que nuestro periquito coja confianza con nosotros y pierda el miedo a la mano es enseñarle a subirse en el dedo.
Como es natural en todos los pájaros, su vida suele depender de escaparse volando a tiempo de los posibles depredadores. No cuentan con garras, uñas ni dientes con los que defenderse, sólo con sus rápidos reflejos y sus alas para huir lejos del peligro. Por esta razón, nuestra mano les asusta tanto.
Para enseñarle a subirse en el dedo, debemos movernos con cuidado: hemos de resultar previsibles en nuestros movimientos, sin gestos bruscos ni sorpresas. Nada que le resulte sospechoso de ser un posible depredador.
Además, debemos empezar acercando la mano suavemente y dejándola quieta cerca de la jaula. Si se pone nervioso le hablaremos para tranquilizarle. Iremos progresando poco a poco: cada vez más cerca y por más tiempo. Hasta poder colocar nuestra mano cerca del periquito y acariciarle la tripa.
Podemos ayudarnos de la comida. Para ello disminuiremos su dosis diaria de comida y le ofreceremos esta parte dándole algunas semillas en la palma de nuestra mano. Pero ojo, no debemos obligarle a pasar hambre: sólo tentarle con la comida. Mientras no se atreva a comer de nuestra mano, devolveremos las semillas a su comedero al final del día para que pueda comerlas mientras tenga luz.
Y recuerda: no hay periquito joven tan miedoso ni desconfiado como para no acabar cediendo si le echamos paciencia y tenemos cuidado para no asustarle. La mayoría de los fracasos se deben a un error nuestro y a las prisas.
SALIR DE LA JAULA.
Ahora que ya se sube confiadamente en nuestro dedo, podemos dejarle salir de la jaula. Debemos tomar algunas precauciones:
- Tener cuidado con los cristales de las ventanas, pues ¡no los ven y se estrellan con ellos! Basta con cubrirlos con algo visible.
- Asegurarnos de que todas las ventanas están cerradas, pues el periquito no sabría volver a casa.
- Ponerle a su disposición un lugar donde posarse, pues en su primer vuelo estará desorientado, volará en círculos y si no ve donde descansar sin peligro volará hasta agotarse o chocar con una pared.
Un buen truco para que luego vuelva a entrar sin problemas es atraerlo con comida, pero para que esto funcione no debemos soltar al periquito con el estómago completamente lleno.
Diseñar un lugar de juegos y descanso es una buena idea para que nuestro amigo disfrute de estas excursiones.
Cuando el periquito se haya acostumbrado a salir y entrar, no pondrá reparo en subirse en nuestro dedo o en un palo o rama para volver.
LAS PRIMERAS PALABRAS.
La primera palabra siempre es la más difícil. Pero una vez que nuestro periquito consiga pronunciarla con claridad, las demás vendrán una detrás de otra.
(artículo en desarrollo, perdona las molestias)